¿reEVOlución?

La forma más habitual de referirse a la época de Evo Morales en el gobierno, en los periódicos y otros escritos que me voy encontrando, es “proceso de cambio”. Mucho más a menudo aparece esta construcción que la palabra revolución. Como si se asumiera que asistimos a un momento previo, que quiere ser revolucionario para acabar por convertirse en revolución. ¿Pero es eso posible?, ¿no es que una revolución supone un cambio radical, rápido y profundo (y normalmente violento) de las estructuras políticas y sociales?, ¿será que en este mundo globalizado y neoliberal las revoluciones con un punto de anclaje preciso ya no caben y en su lugar lo que encontramos son procesos, devenires, movimientos? ¿Será esto lo que significa el Pachakuti o “revuelta del espacio-tiempo”?

El boliviano, como todo proceso, tiene sus fases, sus altos y sus bajos. Los primeros cuatro años fueron de flores y ¡viva presidente! En 2009 se sometió a referendum popular la constitución aprobada en 2007, y los resultados vinieron a ratficar lo que ya se sentía y olía: que la mayoría de la gente boliviana estaba con el cambio. Sin embargo, desde 2009 la cosa se ha ido enturbiando y llegó el noviembre recién pasado con todo el lío de la carretera que quiere atravesar el TIPNIS, (el Parque Nacional Isiboro Secure) y la dura represión policial contra los habitantes de la zona que marchaban a La Paz para demostrar su oposición, cargó las tintas de unos y otros, y las críticas y la desconfianza hacia un gobierno que de repente se vuelve contra su pueblo no se hacen esperar. Y es que Evo está donde está gracias a las bases, gracias a mujeres y hombres que llevan en la lucha décadas y que todos juntos han visto por fin representados sus interesados en forma de gobierno estatal. Cinco son las organizaciones que sustentan (sustentaban más bien) el pacto de unidad, CSUTC, CNMCIOB, CSCIB, CIDOB y CONAMAQ, pero recién la última se desligó del pacto, al parecer, por lo ocurrido en el TIPNIS. Una de las que permanecen fieles al gobierno es la Confederación Nacional de Mujeres Campesinas Indígeneas Originarias de Bolivia “Bartolina Sisa”, a las que entrevistaré en las próximas semanas. Se las conoce como Bartolinas y tomaron su nombre de una luchadora insurgente de finales del siglo XVIII, que junto con su esposo Tupac Katari lideraron las revueltas (no sé cómo llamarlo de otro modo) contra el gobierno colonial español. Ambos fueron asesinados, él, de hecho, fue descuartizado y su cuerpo fue repartido de un modo aleccionador (cada brazo, cada pierna y la cabeza fueron a parar a distintos puntos del mapa boliviano). Este movimiento insurgente no consiguió derrotar al opresor pero el germen estaba sembrado (ya desde antes, en realidad) y sólo tenía que seguir creciendo. Es en este sentido que muchos antropólogos, sociólogos e historiadores intentan reconstruir y trazar la continuidad entre las luchas indígenas de distintos momentos, luchas que desde el poder siempre se han querido soslayar. (Hasta ahora leí textos de Silvia Rivera y de Rosana Barragán en esta línea).

Volvamos al presente, porque lo que está pasando en Bolivia actualmente, este llamado proceso de cambio, tiene primero de todo una importancia crucial dentro del país, pero también tiene repercusiones en el extranjero, o así debería ser. No resulta posible oscurecer el hecho de que una mayoría de la población que vivía marginada ahora tiene voz, no sólo voto. Desde el 2006 estuvieron sentados (y sentadas) en la Asamblea Constituyente, en el Tribunal de Justicia, en el Viceministerio de Descolonización, opinando y construyendo un nuevo tipo de estado, que de «nuevo» tiene su puesta en práctica pero no su contenido, pues lo conforman unos saberes que tienen, a lo menos, más de 500 años. Un proceso dificilísimo, lleno de intereses diversos que deben llegar a un entendimiento para caminar juntos hacia un gobierno más igualitario y anti-neoliberal. No es fácil, no, y la desconfianza hacia Evo crece (también por el tema de la coca, otro día nos ocupamos de esto), pero para una europeíta bien, crecida en el neoliberalismo del bienestar individualizante, vivir esto e intentar entenderlo es una buenísima noticia, con todos los problemas y contradicciones que conlleva.

Me acuerdo ahora de eso que tanto venimos diciendo en el 15M como para darnos ánimos: vamos lento, porque vamos lejos. Y así es. Y tal vez la lentitud sea la naturaleza de la revolución en el siglo XXI.

Un comentario el “¿reEVOlución?

  1. matteo dice:

    ¿PreEVOlución?

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